EL GENIO MODESTO
Miguel Delibes, don Miguel Delibes se nos está yendo. Al parecer se espera el fatal desenlace de un modo inminente, en unas horas o en pocos días. Yo seré de los que le lloren. Probablemente de un modo literal.
Se nos va a ir sin el Nobel. Lástima. Ellos se lo pierden. No siempre los premios engrandecen a los galardonados, a veces ocurre al revés y en otras ocasiones, como habría sido ésta si hubiera sido, se produce una simbiosis donde ambos se prestigian.
Lo hacía fácil. Escribía con una sencillez asombrosa, pero su palabra tenía la precisión del escalpelo de un cirujano. Era certero. Probablemente nadie me ha enseñado más castellano que él (normalmente lo llamo español, pero hoy prefiero llamarlo castellano). Y seguramente nadie me enseñara más.
Siempre me gustó, como siempre me gustó en el cine de Truffaut, la cercanía, la comprensión y diría que hasta el cariño con que se acercaba a sus personajes. Posiblemente esto era consecuencia de su carácter. Era un hombre íntegro, de honor y con una sensibilidad extraordinaria, capaz de conmover con historias de gente sencilla. Además era modesto, humilde, uno de esos seres sensatos, apegados a la tierra, que siendo genios se sienten simples aprendices, de esos que de vez en cuando Castilla entrega al mundo, como Antonio López.
Siempre nos quedará su obra. Maravillosa, tierna, atroz, real como la vida. Siempre nos quedará su lenguaje. Preciso, sencillo, hermoso.
Hasta siempre Maestro.
P.D.: Esta entrada fue escrita ayer por la noche, pero problemas en Blogger impidieron que se publicara a tiempo. Ya se ha ido don Miguel.
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