En un mundo como éste, en el que algunos ingenuos creen que en occidente reina la libertad y otros incapaces de asumir su responsabilidad creen que la libertad es una entelequia, y que los poderosos hacen y deshacen a su gusto riéndose de nosotros, el Vehemente cree en la Libertad. Siempre. Aunque a veces sólo sea la Libertad de Gritar. Gritar de rabia o gozo, gritar de dolor o de alegría, gritar en contra o a favor, pero siempre con Libertad.

29.3.06

Parquímetros

El Concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, don Pedro Calvo, dice en declaraciones recogidas por el diario 20minutos que la ampliación del SER (Servicio de Estacionamiento Regulado) "no va tan mal", basándose en que los vecinos que protestan contra los parquímetros en Carabanchel, Fuencarral y Hortaleza "representan sólo 3.276 plazas", frente a las 160.000 existentes en toda la ciudad. También dice que "los madrileños que no viven en la almendra central también tienen derecho a disfrutar de las ventajas del SER". Una de dos, o este individuo es imbécil, o es algo peor. Usted decide señor Calvo.

Vamos por partes. Los razonamientos de este señor son más simples que el mecanismo de un chupete. ¿Pretende usted hacernos creer, señor Calvo, que el hecho de que sólo los vecinos de estos barrios hayan decidido destrozar los parquímetros significa que el resto de los ciudadanos estamos encantados de pagar un dineral (el equivalente a 300 pesetas por hora, en el caso de la zona verde) por aparcar el coche en la calle? ¿Qué estamos encantados de que no se nos permita tener tarjeta de residente para aparcar el coche en nuestra zona de trabajo? ¿Pero usted qué se cree?, ¿que todo el mundo lleva el coche a trabajar por capricho? Lo dicho, usted sólo puede ser una de las dos cosas. Al parecer, para que este individuo se dé cuenta de que no nos gusta pagar por aparcar en la calle, vamos a tener que romper todos los parquímetros, por que si no no sólo no se da por enterado, sino que cree que nos llena de alegría. Pero es que el argumento es más estúpido aún, porque de las protestas no sólo deduce que todo el que no protesta está contento, sino que todo el que vive en un barrio en que hay protestas, está disgustado. Y ni una cosa ni la otra, aunque cualquiera que no sea imbécil o algo peor se da cuenta de que en Madrid, con el SER, los disgustados son mayoría.

Lo de la segunda frase, lo de disfrutar de las ventajas del SER, no tiene nombre. Cinismo no vale, se queda corto. Ahora va a resultar que tener que pagar por dejar el coche cerca de casa en vez de hacerlo gratis (es un decir, la posesión de un coche ya está gravada con impuestos municipales), o no poder visitar a los padres (o a los tíos, o a los primos, o a un asesino a sueldo que nos hace trabajitos, ¡qué más da!) para comer con ellos de un tirón, pues hay que interrumpir antes del postre para mover el coche y cambiar el papelito, es una ventaja. Vamos, un privilegio. Yo no sé de qué nos quejamos, si deberíamos dar gracias.

¡Ojalá el señor Calvo fuera imbécil!, pero mucho me temo que no lo es. Vamos aviados.

El Vehemente