En un mundo como éste, en el que algunos ingenuos creen que en occidente reina la libertad y otros incapaces de asumir su responsabilidad creen que la libertad es una entelequia, y que los poderosos hacen y deshacen a su gusto riéndose de nosotros, el Vehemente cree en la Libertad. Siempre. Aunque a veces sólo sea la Libertad de Gritar. Gritar de rabia o gozo, gritar de dolor o de alegría, gritar en contra o a favor, pero siempre con Libertad.

11.3.06

Nacionalidad histórica

Leo en la prensa de hace un par de días sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana: "El texto define a la Comunidad Valenciana com una "nacionalidad histórica" dentro de la "nación Española"", y un par de páginas antes sobre los trabajos preliminares de la reforma del Estatuto de Baleares: "Las islas de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera forman una "nacionalidad histórica". Ésta es una de las novedades que se incorporarán a la reforma del estatuto de Baleares, en trámite de ponencia parlamentaria".

Pues sí. Después de la movida provocada por el Plan Ibarretxe y la que tenemos montada con el tan traído y llevado "Estatut" parece que ha llegado el momento del "maricón el último". Así pues, parece que todas las comunidades van a reivindicar sus derechos nacionales tomando como excusa sus supuestos "hechos diferenciales" y sus gloriosísimas historias que nada tienen que ver (dios les libre) con la del resto de los españolitos.

Lo curioso es que todos podrán argumentar con buena parte de razón. Si observamos un mapa de España podremos comprobar que no hay ni una sola línea trazada con escuadra y cartabón como en otros países. A ver si va a ser que las fronteras tienen alguna lógica y alguna razón de ser. No cabe duda de que en la división administrativa de este país (esta nación, este Estado), también ha habido decisiones más o menos arbitrarias, por ejemplo con la división autonómica, pero en general, las fronteras separan territorios con una entidad más o menos propia.

De este modo, cuando todos reclamen su carácter de "nacionalidad histórica", todos podrán esgrimir razones de peso, gallegos, vascos y catalanes, llevan ya tiempo con ello y sus razones son sobradamente conocidas por todos, pero los asturianos pueden defender su idiosincrasia, el bable y a Don Pelayo; los cántabros su historia y su condición montañesa; los navarros su foralidad; los riojanos que el buen vino crea nación; los aragones haber sido reino; los castellano-leoneses podrán si quieren escindirse, pero si no también podrán apelar al pasado; los castellano-manchegos tres cuartos de lo mismo; los extremeños su pasado conquistador y quizá reclamen, como hacen vascos y catalanes con "sus" territorios franceses, "sus" territorios portugueses; los andaluces su historia musulmana, el flamenco y hasta el duende y el gracejo andalú; los murcianos tienen clara prueba de su derecho a la nacionalidad en ese extraño idioma que hablan, incomprensible para el resto de los mortales; en cuanto a los canarios, creo que estar donde Cristo perdió el gorro es suficiente excusa; Ceuta y Melilla no necesitan comentarios. En cuanto a Madrid, que en realidad sería la tercera Castilla, Castilla-Madrid, podrá esgrimir su castellanidad por un lado y su capitalidad por otro para definir su hecho diferencial.

Claro que todos tenemos hechos diferenciales, si nos ponemos así, los vallecanos los tienen respecto al resto de los madrileños, los del Raval respecto de los del Barrio de Gracia, los de Santurce respecto a los de Bilbao, y los del Betis respecto a los del Sevilla.

Cuando todos hayan conseguido ser reconocidos como "nacionalidades históricas" volveremos a empezar, pues lo que en realidad quieren los talibanes del nacionalismo es, según los casos, bien más pelas que los demás, bien el reconocimiento de que aunque todos somos distintos, ellos más y mejor. Así, a estos señores, si se les dice que son guapos dirán que sí, que lo son, pero si se les dice que ellos son guapos y los demás españoles también, dirán que sí, pero ellos más. Verdaderamente lamentable.

Si el contribuyente de ciertas zonas de España se parara a pensar el esfuerzo, el tiempo y los recursos que gastan sus representantes por conseguir que se cambie un topónimo, o que no te atiendan en tu idioma en una administración, en vez de resolver el problema de la vivienda, el del paro, las drogas, arreglar la sanidad, mejorar las carreteras, etc., habría una revolución.

No se preocupen, representantes, no parece que haya riesgo de que esto ocurra. Para eso los ciudadanos tendrían que pensar y no hay pruebas científicas de que lo hagan.

El Vehemente.