En un mundo como éste, en el que algunos ingenuos creen que en occidente reina la libertad y otros incapaces de asumir su responsabilidad creen que la libertad es una entelequia, y que los poderosos hacen y deshacen a su gusto riéndose de nosotros, el Vehemente cree en la Libertad. Siempre. Aunque a veces sólo sea la Libertad de Gritar. Gritar de rabia o gozo, gritar de dolor o de alegría, gritar en contra o a favor, pero siempre con Libertad.

23.9.11

ASESINATO LEGAL

Habéis asesinado a Troy Davis. Y yo, que no tengo tiempo para escribir esto, aquí estoy intentando (gracias a estas líneas) que el asco y la repugnancia no me hagan vomitar el desayuno. Supe que lo habíais asesinado ayer pero la desolación y la desesperanza han hecho presa de mí hoy, vaya usted a saber porqué.

Soy contrario a la pena de muerte y por eso no me importa demasiado si asesinó o no al policía Mark MacPhail hace veinte años. Creo que es un error que el Estado ejecute a alguien. Un error moral y (lo que para la mayoría de la sociedad, que de moral anda tirando a floja, es peor) un error práctico, pero aunque admitiera las bondades del asesinato legal administrativo, lo que no puedo entender es la arbitrariedad, la ligereza y el desprecio absoluto, ya no por la vida que evidentemente también, sino por la justicia con que se aplica.

En el caso de Troy no había evidencia alguna de su culpabilidad. Y ¡ojo!, no voy a hacer demagogia, yo no digo que no fuera culpable. Digo que no se sabe. Que no había pruebas concluyentes, que las pruebas balísticas eran dudosas, que siete de los nueve testigos que le habían acusado se habían desdicho. Que pudo ser él, pero también pudo no ser. Y esto es lo que me descompone sobremanera, que en el sistema americano (como cada vez más en el español, por algo somos colonia) la justicia se ejerce condenando. Lo que ya importa menos es a quién. La justicia pide sangre y sangre hay que darle, da igual si el que la va a aportar es realmente el culpable o no. Con su sangre se sacia la sed y ya. Porque si no, no puedo entender qué lleva a un gobernador o al Tribunal Supremo o a quién corresponda a rechazar la condonación de la pena de muerte en un caso como este. La sensación es que realmente a los responsables les importa un pito si este señor era o no un asesino, lo único que importa es que con una muerte se pague otra. Veo en la tele a la madre del poli muerto diciendo que está encantada y que con la muerte de Troy se hace justicia y se me corta la digestión. ¿Estaría esta señora presente cuando mataron a su hijo? ¿Qué coño sabrá ella? Lo terrible es que le da igual, le importa una mierda. Para ella se hace justicia porque por la vida de su hijo se ofrece otra, da igual de quién. Si es negro, más justicia. Siempre quedará la duda de si Troy Davis era culpable o inocente. De los que le mataron a él no.

Tampoco entiendo que el señor presidente y premio Nobel de la Paz (hay que joderse) Barack Obama se lave las manos y diga que no va a intervenir. Desconozco si la legislación americana le permite inmiscuirse de algún modo en el proceso, pero me da igual, por lo menos puede opinar bien fuerte y bien alto. Pero no.

Vaya por delante que de sobra sé que en el mundo se ejecuta a diario a mucha gente. En muchos casos de modo tan injusto o más que en este. Lamento la pérdida de todas estas vidas. Pero unos casos son más mediáticos que otros y en este además se suma la desesperación kafkiana de que toda argumentación sea vana, todo razonamiento se pierda “like tears in rain”, en una supuesta democracia.

Para terminar. Si se quieren cargar a alguien, que se lo carguen, pero ¿es necesario esperar veinte años?

¡Me habéis matado un poco, cabrones!¡Otra vez las campanas doblan por mí!

El Vehemente

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